«En estas misiones sentí a Dios más cerca que nunca, sentí el dolor de Jesús como propio y lloré de alegría al verlo entrar a la parroquia resucitado».
«Gracias a Misiones descubrí la verdadera felicidad, ayudar a los demás hasta más no poder y presentarles a Cristo como me lo presentaron a mi».
«Aprendí que en todo y en todos hay un pedazo del amor de Dios, y es por eso que no importa la religión, el lugar, la situación económica, la educación, los valores, situaciones familiares o de hogar; siempre encontraremos la forma de reconciliarnos y amar de una forma sencilla y despreocupada».
«Tengo 18 años y he sido misionero desde el año 2019. Por más que llevo un tiempo misionando, aún me es difícil encontrar palabras que le hagan justicia al gran significado que las misiones tienen para mí. Me han hecho comprender no solo lo mucho que Dios nos ama, sino el valor tras la salvación de un alma».
«Poder acompañarles, llevarles de manera sencilla la Palabra y el Amor de Dios, ofrecerles un rato de atención y cariño, y sobre todo ver las sonrisas de los niños jugando y merendando en la Escuelita, sin duda, fue el mejor regalo que como Familia pudimos recibir».
«Se siente una alegría y una plenitud inmensa cuando realmente haces y entregas todo por Papá Dios. Esta experiencia, contribuyó mucho en el crecimiento y fortalecimiento de nuestro núcleo familiar».
«La emoción que despierta su gente durante ese breve tiempo en el que podemos compartir tantas cosas, deja una huella imborrable en nuestros corazones y nos genera una experiencia única como familia aportando solo lo que está a nuestro alcance y recibiendo tanto».