Momentos que guían al encuentro: así acompañan las Consagradas del Regnum Christi a los jóvenes hacia Dios
A mediados del mes de octubre se llevaron a cabo los ejercicios espirituales de la sección de jóvenes del Regnum Christi en Bogotá. Durante tres días, más de diez jóvenes vivieron una experiencia profunda marcada por el silencio, la oración y el encuentro personal con Dios.
Conversamos con las Consagradas del Regnum Christi Kathleen Almon, directora de la sección de jóvenes en Bogotá, Colombia y María Elena Miranda quien hace parte del equipo de apoyo a la sección, quienes nos abren las puertas de su experiencia para contarnos cómo se viven por dentro estos momentos de preparación, donde cada detalle se convierte en una oportunidad para guiar a los jóvenes hacia un verdadero encuentro con Dios.
«Preparar estos espacios es como preparar una cita entre cada joven y Dios», explicó Kathleen. Cada detalle fue pensado con cariño y propósito. «Todo puede ayudar a que una joven tenga una experiencia más profunda con Él».

La sección de jóvenes en Bogotá reúne a cerca de 300 participantes, quienes están en equipos de perseverancia, apostolados y charlas de formación.
Días de silencio, encuentro y transformación
El retiro se vivió en un ambiente de silencio profundo, oración y reflexión. Las jóvenes llegaron con distintas historias, inquietudes y búsquedas; pero a lo largo del fin de semana, el ritmo del corazón fue cambiando. El ruido del mundo quedó atrás, y en su lugar comenzó a crecer la serenidad interior.
María Elena compartió que lo más impactante fue ver el deseo genuino de Dios en cada una. «Es asombroso ver la necesidad tan grande que tienen de silencio, y cómo constatan lo difícil que es salir del mundo», comentó. Las redes, los ruidos y los criterios externos se fueron quedando fuera, mientras cada participante encontraba en el silencio una nueva forma de escuchar.
Kathleen, por su parte, destacó que en esos momentos el papel de quien acompaña es simplemente dejar que Dios actúe. «Ya cuando los ejercicios espirituales empiezan, busco dejarlo todo en manos de Dios, porque Dios es quien actúa», dijo con serenidad. «Me encanta ver la paz y la alegría de las jóvenes al terminar estos días y haber encontrado con Él».
Frutos que permanecen
Los rostros hablaban por sí solos. Paz, alegría y una luz distinta en los ojos. María Elena recordó cómo, al escucharlas compartir, se hacía evidente que algo profundo había ocurrido: «Fue muy hermoso ver sus rostros llenos de gozo, alegría y paz, y escuchar cómo habían dejado a Dios tocar sus corazones».
Para las organizadoras, acompañar estos momentos es también una forma de renovar su propia fe. «Dios no necesita mucho y es sumamente generoso», reflexionó Kathleen.
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