«Cuando uno se entrega de verdad, Dios siempre sorprende» Colaboradores del Regnum Christi 2025 – 2026
Cinco jóvenes del territorio decidieron dar un paso valiente para convertirse en Colaboradores del Regnum Christi. Tres de ellos provenientes de Venezuela y dos de Colombia, eligieron dedicar un año de su vida al servicio de la Iglesia. En esta nota comparten las motivaciones y experiencias que los llevaron a tomar esta decisión. Durante su preparación los jóvenes recibieron formación espiritual, talleres de liderazgo y espacios de oración.
«Ser colaborador es responder a la llamada de Dios con generosidad»

Los tres colaboradores de Venezuela junto al P. Elias Sayegh L.C
Miguel Rojas, de Barquisimeto, quien va a trabajar en la sección de jóvenes de Caracas, explica qué lo impulso a tomar la decisión de entrar al programa de colaboradores del Regnum Christi: «Ser colaborador es responder a la llamada de Dios con generosidad. No es únicamente un año que yo le entrego a Dios, sino un año que Él, con amor, me regala».
El proceso de discernimiento no fue fácil para todos. Fabricio Donalles, de Barquisimeto, quien se queda sirviendo en la sección de jóvenes de esta ciudad, admite que al principio dudaba: «Decidir ser colaborador implicaba dejar atrás muchas cosas: mi rutina, mis planes, mi comodidad. Tenía muchas dudas y trataba de evitarlo. Pero Dios, con paciencia, me fue hablando a través de personas, momentos y detalles que no podía ignorar». Hoy inicia su año con convicción: «Estoy aquí con la certeza de que no se trata solo de servir, sino de dejarme transformar».
Gabriel Cuervo, de Barquisimeto, será colaborador del Regnum Christi en en su ciudad, motivado por el mismo deseo de entrega: «Dedico este año porque siento que Dios así lo quiere». Su frase resume el espíritu de todos los colaboradores 2025 – 2026, incluidos Thomas Giraldo, de Armenia, y Gregorio Díaz, de Medellín, quienes ofrecerán su servicio en Monterrey y Saltillo, respectivamente.
Las localidades que los envían también viven este momento como un regalo. Para ellos, ver partir a sus jóvenes no es una despedida triste, sino un envío misionero. Ellos no se van solos; llevan con ellos oraciones y esperanza de que su experiencia dé frutos para muchos.
El inicio de este año como colaboradores no es un punto de llegada, sino de partida. Será un tiempo de servicio intenso, de descubrimiento personal y de encuentro con Dios en lo cotidiano.