«Este campamento transformó mi vida». Adolescentes ecuatorianos vivieron dos cursillos ECYD marcados por la fe y la amistad
Durante los últimos días de junio, 35 adolescentes de Quito participaron en los cursillos del ECYD, uno masculino y otro femenino, organizados por el Regnum Christi en Quito, Ecuador. Los jóvenes vivieron una experiencia que combinó fe, amistad y formación, fortaleciendo su relación personal con Cristo.
Del 21 al 27 de junio se llevó a cabo el cursillo masculino, con la participación de 19 adolescentes y 7 responsables, entre ellos los padres Leonardo Ramírez LC y Erik Burckel LC. Una semana más tarde, del 27 de junio al 2 de julio, fue el turno del cursillo femenino, con 16 adolescentes y 6 responsables, donde contaron también con el P. Erik Burckel LC como capellán y acompañantes de Ecuador, Colombia y México.
El P. Leonardo Ramírez LC, director del ECYD en Quito nos cuenta: «Los cursillos fueron como la frutilla en la torta de nuestro apostolado, el fruto de todo el esfuerzo a lo largo del año. Es un regalo de Dios poder ser testigos de los primeros pasos de los adolescentes en su relación con Jesús, como lo van conociendo y experimentando su amistad y cercanía».
Naturaleza, cultura y oración
Ambos cursillos ofrecieron a los participantes una experiencia integral. A través de caminatas por las cascadas de Molinuco, una salida cultural al monumento Mitad del Mundo, dinámicas recreativas, deportes, misas diarias, charlas de formación, adoración eucarística y momentos de fraternidad, los jóvenes no solo crecieron en su fe, sino también en amistad y autenticidad.

Simón Vásquez uno de los jóvenes que viajo desde Medellín para acompañar el cursillo
El cursillo femenino se centró en temas de identidad personal y pertenencia al ECYD, con espacios diseñados para fomentar el autoconocimiento y la vivencia de los «amores del ECYD». Mientras que los hombres fueron guiados por el lema «Al cielo se llega en equipo», enmarcando sus actividades en este propósito.
Encuentros que dejan huella
Para muchos, fue una experiencia inolvidable. «Aprendí muchas cosas. Siento que me acerqué a Jesús y a la Virgen María», compartió Fiorella Torres, de 12 años.
Emmanuel Rueda, también de 12 años, vivió por primera vez un cursillo ECYD: «Este campamento transformó mi vida. Mis expectativas eran divertirme, jugar y acercarme a Dios y la que más se cumplió fue la de acercarme más a Él. Las adoraciones fueron mis momentos más lindos, ahí pude hablar y tener una conversación con Jesús, pedirle cosas y confiarle mi corazón».
El P. Erik Burckel, L.C., quien acompañó ambos cursillos, destacó el impacto espiritual de la experiencia: «Lo más gratificante fue ver a los chicos y chicas felices de conocer más a Jesús. Abrieron mucho sus corazones, y Dios los tocó profundamente, a veces con lágrimas. «San Pablo habla de la libertad de los hijos de Dios, y cuando estamos con Jesús podemos ser nosotros mismos. ¡Eso es lo más chévere!».

El símbolo que representa esta alianza es la Cruz del ECYD. La cruz expresa la alianza que hemos hecho entre nosotros y con Cristo.
Una alianza que nace del corazón
El momento más significativo de ambos cursillos fue la renovación o realización, por primera vez, de la alianza con Cristo en el ECYD. Más de 20 adolescentes dieron este paso con libertad, convicción y alegría. La alianza es el corazón del ECYD: parte de una invitación personal de Cristo a ser su amigo y apóstol, una propuesta que cada joven acoge con una respuesta libre y consciente. Al sellar esta alianza, los adolescentes no solo afirman su deseo de caminar junto a Jesús, sino que se comprometen a dejarlo reinar en sus corazones y en el mundo. Es el inicio de un camino profundo de amistad, fe y misión, desde donde nace la identidad y el impulso apostólico del ECYD.