Entrevista al nuevo diacono, P. Jordán Sixto Sánchez Bañuelos, L.C. «La necesidad de llenarme me llevó a pensar en ser sacerdote para alcanzar la plenitud»

El P. Jordán Sixto Sánchez Bañuelos, L.C., fue ordenado diácono el pasado 2 de agosto en León, Guanajuato (México). Originario de Orizaba, Veracruz, y con treinta años de edad, el P. Jordán inició su respuesta al llamado de Dios a los quince años en el Centro vocacional de La Joya, en Ciudad de México. Tras recorrer diversas etapas como formador en Mano Amiga y el ECYD en Aguascalientes y León, llega a Venezuela como director del ECYD en Caracas.

La celebración fue presidida por Mons. Jaime Calderón Calderón, Arzobispo de León, quien, durante la homilía, recordó que «la ordenación diaconal muestra ese gesto de Dios que siempre cumplirá su santa voluntad».

Consciente de la grandeza de este don, el nuevo diácono expresó: «Es una gracia inmensa y tan grande que uno siente que no es digno. Al estar tendido en el suelo recordé que no soy nada y que es Cristo quien va a ejercer el ministerio por mí».Lee la noticia completa sobre la ordenación aquí. 

Días antes de su ordenación, conversamos con él para conocer más sobre su vocación y su vida. Te invitamos a descubrir su historia en la siguiente entrevista:

¿Qué lo llevó a pensar en ser sacerdote?

Solía pensar y querer planear mi futuro, tener la seguridad de cuál era el siguiente paso que iba a dar, pero al final siempre tenía una pregunta interna, ¿y después qué?. Eso provocaba en mí una cierta insatisfacción, como si mis planes y mis sueños no fueran suficientes para que fuera feliz, aparentemente no me faltaba nada, pero había un sentimiento de insatisfacción, como si a mi vida le faltara algo. Así que fue esta necesidad de llenarme lo que me llevó a pensar en el sacerdocio, a ver en la figura del sacerdote una posibilidad para mi vida, para alcanzar esa plenitud que buscaba.

¿Cómo fue su “sí” al Señor?

Mi sí a Dios no fue de un momento para otro, fue un continuo decir sí, un ir madurando y entendiendo el llamado que Dios me hacía. De alguna manera puedo decir que fue algo natural, ver la propuesta que el Señor me hacía y comenzar a responder desde mi realidad y entendimiento. Ingresé a los quince años al centro vocacional, por lo que mi sí a Dios fue madurando también conforme avanzaba no solo en la etapas de formación, sino también en mi propia vida. El sí que ofrecí a los quince años cuando ingresé se renovó con mis primero votos ya con veinte años, y posteriormente en mis votos perpetuos ya con veintiocho años.

¿Qué papel juega la familia del Regnum Christi en su experiencia vocacional?

El Regnum Christi fue algo que conocí una vez que ingresé a la Legión y también fui testigo de todo el proceso de configuración de la  Federación y las diversas ramas. El haber podido vivir estos momentos históricos, me ayudó a comprender más en profundidad mi propia vocación y el don tan grande del carisma. La manera en la que buscamos que cada  persona llegue a la plenitud de su vocación bautismal, ha sido algo que siempre me ha animado a entregarme con generosidad en la misión. A lo largo de mi formación, el testimonio de laicos totalmente encendidos por amor al Reino, me ha motivado y convencido más de la  grandeza del carisma y vocación a la que Dios me ha llamado.

¿Qué ha sido lo que más le ha ayudado en su vocación?
Han sido tres pilares fundamentales:

  1. Vida de oración, pase lo que pase, iniciar y terminar el día con Cristo;
  2. Confianza con los formadores, saber decir lo que pienso y estar dispuesto a escuchar las correcciones;
  3. Buenos amigos en la vida religiosa, hermanos que en verdad te quieren llevara a Cristo.


¿Qué le diría a un joven que está discerniendo si Dios le llama a la vida consagrada?

Le diría que se deje llevar, que abra el corazón a Dios y no tenga miedo de escuchar lo que le pida. Dios quiere que seamos felices, y un discernimiento de un posible llamado no debe ser sino una búsqueda sincera de plenitud. La clave para mí en todo discernimiento es la confianza, dejar que sea Él quien nos revele sus planes, y entonces, una vez que tengamos una propuesta, tomar una decisión, pero esto viene después, primero hay que dejarlo hablar y confiar.

¿Cuál es su pasaje favorito del evangelio?

Marcos 4, 35-41, que es el relato de Jesús calmando la tormenta. De modo concreto me golpea mucho el versículo donde los apóstoles interpelan a Jesús y le preguntan «¿no te importa que perezcamos?» y la respuesta posterior de Jesús, «¿Por qué tiene miedo? ¿Aún no tienen fe?». Cristo nos pide esa confianza, tener la seguridad de que mientras Él esté en la barca, por más que la tormenta nos azote, nada nos puede pasar.

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