Jóvenes de Colombia y Venezuela vivieron un Jubileo que encendió la fe en Roma

Del 27 de julio al 3 de agosto, 70 jóvenes del Regnum Christi de Barquisimeto, Maracaibo y varias ciudades de Colombia, participaron en el Jubileo de los Jóvenes junto al Papa León XIV y más de un millón de peregrinos de todo el mundo. Roma se convirtió en un punto de encuentro donde la fe, la fraternidad y la esperanza se hicieron visibles de forma palpable.

Una preparación que valió la pena

La peregrinación había sido soñada durante meses. El itinerario incluía cruzar las puertas santas de las cuatro basílicas mayores, vivir momentos de adoración eucarística, compartir con jóvenes de más de 150 países y escuchar directamente al Santo Padre. Para muchos, era la primera vez en Roma; para todos, era una oportunidad única de encontrarse con Cristo.

«Jesús me mostró que no siempre se trata del lugar, sino de la forma en que decidimos mirar. Donde estés, escuchar de verdad puede ser el primer paso para servir, confiar y amar». Maria del Mar Delgado de Manizales

Roma, escenario de un encuentro vivo

La experiencia comenzó con una misa junto a jóvenes del Regnum Christi de todo el mundo. Ese mismo día visitaron la Dirección General del Regnum Christi y participaron en una adoración eucarística con más de 1.500 jóvenes. Al día siguiente, la Basílica de San Pablo Extramuros y su Puerta Santa marcaron el inicio de la peregrinación oficial. Por la tarde, la misa de bienvenida trajo una sorpresa: el Papa León XIV se acercó al final para saludar y bendecir.

Catalina Ortiz de Bogotá recuerda ese momento como algo irrepetible: «Estar rodeada de miles de jóvenes con corazones ardiendo por Jesús en una ciudad como Roma, junto con el Papa León XiV, fue un sueño que ni siquiera yo misma hubiera podido imaginar».

Las jornadas siguieron con visitas a Santa María la Mayor, Santa Práxedes, San Juan de Letrán y momentos de convivencia. La vigilia de oración en Tor Vergata fue uno de los puntos más intensos, donde un millón de jóvenes adoraron a Cristo Eucaristía en silencio. «Este Jubileo es el recuerdo de que los jóvenes no somos el futuro de Dios, somos el ahora de Dios», afirmó Juan Kreubel, de Barquisimeto.

«Dios obra de maneras hermosas y la prueba fue peregrinar con más de un millón de jóvenes que lo aman a 9.400 Km de mi hogar» Julián Pineda de Bogotá

Fe que se enciende y se queda

En medio de las basílicas, calles romanas y cantos en múltiples idiomas, cada joven fue encontrando su propio mensaje. María del Mar Delgado, de Manizales, lo vivió así: «No fue lo que pasó afuera, sino lo que se acomodó dentro de mí. Ser la sal de la tierra no es una carga, es darle sentido a lo que somos y a lo que hacemos».

  • Para Victoria Rodríguez, también de Barquisimeto, la experiencia se resume en una certeza: «La Iglesia está viva». Y para Julián Pineda, de Bogotá, la mayor riqueza fue «ver a Dios en todos los corazones que estaban allá sedientos de Él».

Un regreso con misión

Tras ocho días intensos, los jóvenes regresaron a casa con un compromiso renovado: vivir y transmitir la fe en lo cotidiano.

«Escuchar al Papa León me recordó lo afortunados que somos de poder ser semillas de esperanza en este mundo terrenal»

, dijo Catalina.

La última noche en Roma terminó con una caminata hasta el Vaticano iluminado. Entre risas y cantos, la certeza era la misma que los acompañó durante toda la peregrinación: la santidad no es un ideal lejano, es una meta posible, aquí y ahora.

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