Sábado 26 de noviembre de 2022 – «¿Embotado o despierto?»

Javier Castellanos, LC 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino! 

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

¡Oh María, prepara mi corazón para recibir a tu Hijo! Tú que eres inmaculada, purifica mi corazón de todo odio, rencor o envidia. Tú que eres humilde, muéstrame el remedio para mi soberbia y vanidad. Tú que eres Reina del cielo y esclava del Señor, libera mi corazón de los apegos que me apartan de Dios y enséñame a servirle con amor y entrega como tú. Así sea.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 34-36

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra. Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El Evangelio de hoy se mueve entre dos advertencias de Cristo: «No se os embote la mente.» «Estad siempre despiertos.» Son como dos señales en el camino del Adviento que estamos por iniciar. Para poder avanzar seguros hacia Belén, debemos seguir estas dos indicaciones.

Adviento es un tiempo para «pulir» el corazón y quitar todo lo que quita finura. Por el contrario, un corazón que vive entre vicios, placeres o agobios no es libre para amar a Dios. Preguntémonos hoy, en esta oración: ¿Hay algo en mi corazón que lo pueda embotar? ¿Me dejo esclavizar por algún vicio o mal hábito, por el criterio del placer y la comodidad, por angustias y preocupaciones innecesarias? ¡Ahora es el tiempo para dejar eso atrás!

Adviento es un tiempo para «mantenernos despiertos». Jesús vendrá de noche, y sólo lo van a recibir aquellos que, como los pastores, se encuentren en vela. Es decir, aquellos que tienen los ojos bien abiertos ante la acción de Dios. No podemos caer dormidos en lo superficial, en el ritmo del mundo. La oración constante –como ésta misma que estamos haciendo– es un ejercicio para despertar el sentido sobrenatural de fe y escuchar a Dios que habla en la noche y en el silencio…

Como cristianos, queremos evitar los vicios y vivir de manera sobrenatural, no sólo ahora sino todo el año. Pero no podemos sólo con nuestras fuerzas. Por eso Cristo nos dice también que estemos «pidiendo fuerza.» Es Él mismo quien nos mantiene en pie ante su presencia y nos ayuda a luchar cada día. Precisamente para eso vino al mundo.

«Y tiene el valor de hacerse preguntas sobre la verdad y muchas cosas. Debemos aprender a desafiar el presente. Una vida espiritual sana genera jóvenes despiertos, que ante algunas cosas que hoy nos propone esta cultura —“normal” dicen, puede ser, no sé…— se pregunten: “¿Esto es normal o esto no es normal?».
(Discurso de S.S. Francisco, 27 de mayo de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy pondré todas mis preocupaciones en las manos de Dios, rezando la jaculatoria: «¡Ven, Señor Jesús!».

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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